sábado, 22 de noviembre de 2014

Gargantua

Ahora es el turno de los isquiotibiales. Dependiendo del momento siento que se me congela un músculo u otro; una parte del cuerpo u otra. Ahora es la parte posterior de mi pierna la que siento helada. Me levanto porque las voces empiezan a estar embotelladas e intento mantener el equilibrio y una forma de caminar decente pero tengo la sensación de que todo da vueltas y no puedo centrar la mirada y hay una lámpara que desprende una luz naranja que me ciega y tengo que entrecerrar los ojos o se me quemarán las retinas. Suena una canción bastante conocida, pero no puedo reconocerla.
                No sé si estoy echando la meada más larga del mundo o es que llevo con la picha fuera una hora sin echar gota. Me subo la bragueta y me lavo las manos y el agua parece que ni si quiera toca mi piel. ¿Está caliente o fría? Quién sabe. Me miro en el espejo y veo que mis facciones son completamente simétricas. Incluso si intento cerrar un ojo, el otro se cierra también. Estaba preocupado por algo, pero ahora me sonrío a mí mismo en el espejo y me siento bien.
                Dejo el cuarto de baño y una chica que pasa por mi lado y me roza huele igual que alguien que conozco y al volverme para mirarla no hay nadie. Y tengo que tener cuidado de no pisar a un chico que hay tumbado en el suelo haciéndose el muerto. Y cuando pasan unos minutos dudo si lo he visto de verdad ahí tumbado o me lo he imaginado.
                Cuando llego a la mesa donde estamos sentados la luz me parece más baja que cuando lo dejé. Al sentarme el camarero llega y nos toma nota. Yo pido un margarita y alguien me hace una pregunta que me ofende, pero no me molesto porque las voces llegan a mí como si uno de los tres billones y medio de rayos de sol que llegan cada segundo a la tierra chocase contra un cedro o un nogal: llegando, golpeando, y desapareciendo.
                Ahora es el turno del deltoides.
                Digo algo gracioso, y cuando me quiero dar cuenta no lo he dicho en realidad pero me estoy riendo e intento mantener la compostura y hay una persona hablándome de algo muy serio pero no logro concentrarme. Asiento y cruzo las piernas para dar la sensación de serenidad pero un sudor frío cae por mi espalda. Bebo del margarita y me refresca bastante y luego vuelvo a beber y me amarga en la boca.
                Ahora es el turno del tibial anterior. Está totalmente congelado.
                En el espacio suena I Follow Rivers de Lykke Li. Y me gusta mucho está canción y me apetece escucharla con los ojos cerrados pero quiero escuchar a quien me está hablando también porque necesito poner los pies en la tierra o perderé la cabeza. Una voz me grita. Y yo me río.
                Digo algo, y creo que ha sido una tontería. Y no sé si estaré paranoico pero creo que me han vuelto a decir algo que me ha ofendido. Empiezo a enfadarme pero cuando intento colocar las ideas en mi cabeza reaparecen como un puzle sin ninguna foto en sus piezas, totalmente desordenado y en el que todas las piezas son iguales. Me parece ver a Jennifer Lawrence junto a la barra pero luego desaparece y luego me saludan desde la distancia y creo que llevo con la mirada fija en un punto desconocido del bar más de media hora. Tengo la sensación de que las nubes se han retirado por un momento y ahora hay luz. Luego se vuelve a oscurecer.
                Digo algo gracioso, y cuando me quiero dar cuenta no lo he dicho en realidad pero me estoy riendo e intento mantener la compostura y hay una persona hablándome de algo muy serio pero no logro concentrarme. Asiento y cruzo las piernas para dar sensación de serenidad pero un sudor frío cae por mi espalda. Bebo del margarita y me refresca bastante y luego vuelvo a beber y me amarga en la boca.
                Déjà vu.
                Me da envidia la niña que sale bailando en un videoclip que proyectan en la pared. Una niña con un traje de maya color carne ceñido a su esquelético cuerpo y una peluca rubia que casi le roza los hombros. Y siento envidia de ella y de su talento y envidio el talento del coreógrafo que ha marcado sus movimientos en el vídeo. Y me deprimo al pensar que jamás seré una niña famélica bailando en un videoclip con tanta creatividad.
                Se me congela el occipito frontal.
                Una voz dulce me dice algo dulce y me hace sonreír y me huele a rosas recién regadas y en el espacio suena Videogames de Lana del Rey y pienso en mi novia y en mis padres y mi hermana y en mis amigos y la música suena por encima de todo y de todos y alguien me susurra la palabra Gargantua y todo se llena de luz y el aroma a rosas frescas es más intenso ahora y noto que hay mucha gente buena a mi alrededor y la mayoría no tiene por qué estar viva aunque una mano real me roza la pierna. Una pierna congelada, igual que la otra pierna y los brazos y el pecho y la espalda. Y ahora se congela el cuello y la cara  y los ojos se quedan abiertos y congelados y la boca y
                Ahora es el turno de los isquiotibiales. Dependiendo del momento siento que se me congela un músculo u otro; una parte del cuerpo u otra. Ahora es la parte posterior de mi pierna la que siento helada. Me levanto porque las voces empiezan a estar embotelladas e intento mantener el equilibro y una forma de caminar decente pero tengo la sensación de que todo da vueltas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario