martes, 16 de marzo de 2010

Un Efecto Óptico


Escribir que asistí a un concierto de Christina Rosenvinge y que fue mágico se puede decir que es una perogrullada. Tan sólo me moví de la primera fila en dos ocasiones: a pedir un par de copas para mi otra Cristina y para mí y cuando mi vejiga estuvo a punto de estallar. El resto del tiempo lo pasé escuchando e intentando cantar sus sencillas canciones y abrazado a Cris, que no a Chris. Luego nos hicimos unas fotos con ella, con Christina, y en una, de una manera casual, la Rosenvinge parecía que me reclamaba mientras yo me marchaba. Un efecto óptico, de cualquier manera. Pero para ello tuvimos que esperar un buen rato, ya que un gorila calvo y con perilla y de tres metros de altura nos dijo que ni se nos ocurriera entrar a la salita reservada para los VIP. No me importó, porque Cristina y yo cambiamos el ron y la cerveza por vodka y bailamos y reímos y lo pasamos la mar de bien. Después vino lo de las fotos. Y luego el resto de la noche.

2 comentarios:

  1. me ha gustado mucho la historia samu pero quiero decirte que es mucho mejor no conocer a tus idolos porque se acaba el misterio. me alegro que os lo pasarais tan bien los dos. un abrazo de victor y bea.

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  2. "Y me enciendo como una cerilla
    hace tin mi campanilla
    cuando me rozas con la hebilla
    de tu negro cinturon"
    fue maravilloso

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