lunes, 25 de octubre de 2010

AMERICANA - Don Delillo


"Llegamos entonces al final de otro otoño aburrido y cetrino. Las tiendas lucían bombillas extendidas a lo largo de sus fachadas. Los vendedores de castañas empujaban sus carritos humeantes. Por las tardes, se creaban multitudes inmensas, y el tráfico alcanzaba las proporciones de un maremoto rugiente. Los papanoeles de la Quinta Avenida hacían sonar sus campanillas con peculiar y entristecedora delicadeza, como si estuvieran rociando con sal trozos de carne brutalmente putrefactos. De todos los comercios surgían canciones de propaganda, cánticos y hosannas, y las bandas del Ejército de Salvación proferían los marciales lamentos de trompetas de las antiguas legiones cristianas. Unidos con aquel chasquido de platillos y tambores que parecían sugerir que alguien reprendía a los niños por sus pecados insondables, conformaban un sonido, ajeno a aquel momento y lugar, que parecía irritar a la gente. Pero las muchachas mostraban un aspecto encantador e infatigable, comprando en las tiendas más disparatadas y desplazándose entre aquellas luces parpadeantes y magnéticas como majorettes, altas y rubicundas, sosteniendo relucientes paquetes contra sus tiernos senos."

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